Salto, el símbolo de la pelea del campo: llevan un año y medio al lado de la ruta


Los ruralistas de la zona dicen que el paro no se tendría que haber levantado. Le pegan al Gobierno. Por: Patricio Downes (Diario Clarín)

Para los ruralistas autoconvocados de Salto, la lucha continúa. Ya llevan un año y medio de piquete en la entrada a esta ciudad de 35.000 habitantes, al costado de la ruta 31, a 180 kilómetros de Buenos Aires. A la primera carpa, plantada en medio de la rotonda, le siguió una más grande que funciona como una usina de sus reclamos.

"Vendiendo 100 kilos de trigo en la cosecha pasada, me alcanzaba para comprar tres kilos de pan o un kilo de helados", ejemplifica con tristeza Pedro Menéndez, un productor de 80 hectáreas. Imposible ubicar dentro de la oligarquía vacuna.

A su lado, Alejandro Coreski, presidente de la Federación Agraria local, y Leonardo Arnau, productor, aseguran: "Vienen por la tierra, porque a este paso vamos a ser todos contratistas". Y Mariana Font Ezcurra agrega que "la gente está rematando camionetas, tractores, sembradoras y cosechadoras a un precio vil, para poder seguir". Y no mentía porque los golpes de martillo del rematador, sonaban a unos 100 metros de la carpa, en un escenario de banderas rojas.

En Salto, todos reconocen el liderazgo de Armando Zavala, referente de la Asamblea de Autoconvocados de la Provincia. Zavala lamenta que la huelga se haya levantado en 2008, "cuando todo se podía solucionar en una semana". Ahora, desconfía de cada gesto del Gobierno y, "encima se agrega el impuestazo del gobernador (Daniel) Scioli".

Zavala es uno de los coordinadores provinciales de los Autoconvocados, junto a Cristina Boubée (Azul), Tomás Bond (9 de Julio) y Pedro Vigneau (Bolívar). La carpa de Salto es como un símbolo del reclamo ruralista, porque no se cerró ni en Navidad ni en Año Nuevo. El sábado al mediodía, el lugar es un hervidero, y Pedro y Nilo Lapadula, dirigentes de la Asociación de Productores Agremiados (APA) de Salto, afiliada a Carbap, remarcan que el reclamo del campo "creció con el rechazo a los superpoderes, la ley mordaza del matrimonio Kirchner y la crisis de los pueblos del Interior".

Zavala y Mario Coux coinciden en la necesidad de sumar a la protesta a los comerciantes, "que se están fundiendo mientras el campo se ahoga", y se solidarizan con los productores del sur bonaerense, como Olavarría, Villegas y Bahía Blanca, aún agobiados por la sequía.

Ellos mismos sienten que el ánimo de las asambleas del campo oscilan entre la euforia de la lucha y el desánimo total. En Salto, en cambio, el concejal electo "Cacho" Plana, Jorge De Laudo, la periodista local Manuela Alvarez y Susana Allega piensan que han logrado avances. El más importante, infligir una dura derrota al ex intendente kirchnerista Victorio Migliario, enemigo declarado de la protesta rural, quien renunció al quedar tercero en los comicios de junio.

Pero Ricardo Morettini, Ricardo Constantini y Severino Auza señalan que la situación empeora, "porque en Salto pagamos 60 pesos por hectárea y vamos a tener que pagar 80 con el aumento de impuestos". También señalan que aumentaron los derechos de carga y descarga en puerto, y que en las 160.000 hectáreas del partido, la cosecha de soja fue de 8 a 10 quintales por hectárea. "Vamos derecho a ser contratistas, porque la concentración aumenta cada día", señaló Rodrigo Nider.

Y con los ojos húmedos de emoción, con un gesto de nene desolado pese a sus dos metros de altura, don Pedro Menéndez confiesa: "No sé qué hacer, porque este año, con rindes de 10 quintales por hectárea, perdí 500 pesos y el Gobierno ganó 350. Trigo no sembré. ¿Y el maíz? El costo es de 350 dólares por hectárea y no hay precios todavía". Pascual D'Amore, Miguel Berdoljak y Zavala recuerdan que "de Salto se llevan $ 264 millones en retenciones y la comuna llora por un presupuesto de 22 millones, que debe darnos La Plata". Por eso, dicen, siguen la lucha.

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